La espera

viernes, enero 26, 2007

"Presa de un estado de insomnio ideal se acomoda entre los cuerpos de compañeros desconocidos y permanece inmóvil reservando para la noche sus fuerzas. El suelo, blando por efecto de la humedad, lo acoge sin alegría. Recostado sobre el hombro izquierdo se conforma - por ahora - con observar las cúpulas de la Iglesia de la Madre de Dios y un minarete, inalcanzable. Y otro, dos mas, tres, cinco, nueve. Más lejos aún la cresta dentada que encierra la Ciudad se rompe bruscamente donde termina la cima de los árboles. Son árboles que a esta hora de la tarde se han teñido de negro y parecen tan solo siluetas recortadas. Sin embargo los que se encuentran más cerca, junto a la estación, conservan aún tonos verdes. Y entre los árboles el edificio de la antigua estación, llegado a su última fase de agonía, se beneficia de improvisados tenderetes y lonas agujereadas que hombres desesperados han instalado poniendo una nota de color aquí y allá. Fuera, delante de la estación, la piedra negra de los adoquines suda. Todo está mojado. Nada se mueve por entre las casas de fachadas grises que se elevan humildemente al otro lado de la calzada. Es difícil imaginar si alguien habita aún aquellas casuchas e incluso quién pudo hacerlo en otro tiempo. La intensidad de la lluvia disminuye hasta convertirse en una impalpable bruma. Detrás del edificio de los talleres, una nave larga con los ventanales acribillados a pedradas, brota el río, emblanquecido por las esclusas que cortan su paso. Algunas plantas trepadoras y raíces retorcidas cuelgan todavía de los soportes metálicos del puente como restos muertos de las tormentas que durante el otoño alimentan su curso. El hombre que un día se llamó Kaçak ha encontrado un lugar junto a la torre del reloj hacia la que viajeros del pasado miraban ansiosos en la espera de su partida. Un poco más allá hay un tilo viejo. Algunos de los hombres que junto a él esperan una oportunidad en la noche hablan a media voz, como si se conocieran. Son suspiros, palabras incomprensibles y alusiones atenuadas que tienen algo de angustia, de tragedia y de amenaza. Sobre todos predomina un cierto nerviosismo fruto de la avidez de noticias. Por esa razón se hacen preguntas de continuo. Pero casi siempre son las mismas. No puede evitar una cierta desilusión. Habría deseado compartir alguno de sus miedos. La palabra traición brota en su interior. Sin embargo, si alguien se hubiera tomado la molestia de acercarse al hombre que un día se llamó Kaçak para preguntarle el significado de la palabra traición es seguro que habría hecho una mueca de indiferencia divertida - me parece estar viéndole - y habría dado media vuelta sin decir nada. Quizás mas tarde, a solas, se habría atrevido a confesar que la traición consiste no en un acto de ingratitud o engaño sino en una huida. El traidor abandona lo que le es propio. Se aleja de su pasado."

Extracto inicial
Anhelos, lamentos y traiciones