Sopocani

miércoles, noviembre 10, 2004

La primera vez que la imagen de la muerte se me hizo evidente coincidió con la primera ocasión en la que mis padres hicieron un viaje en avión. Aunque parece una asociación de ideas propia de la psicología infantil la explicación es mucho más vulgar: por alguna razón desconocida mis padres volaron casi de improviso a París aunque por motivos que yo – entonces - tampoco era capaz de comprender su correspondencia se dirigía al Puesto Militar 24 de Belgrado (4). Tenía ocho años y como mi presencia era perfectamente inútil me enviaron a pasar una temporada a la granja de mi familia en las cercanías de Novi Pazar (5). Supongo que se trataba de una experiencia similar a la de los Pioneros (6) seleccionados para veranear en una de aquellas granjas-escuela repartidas por toda la república. Pero había dos diferencias: a mi no me entregaron un banderín en la ceremonia que se celebra al final del campamento y los Pioneros no programaban visitas a iglesias ni monasterios. Mi familia – mis padres - no destacaban por su religiosidad así que es fácil imaginar mi estado de ánimo cuando me encontré en compañía de mi tía encendiendo cirios en el interior del monasterio de Sopocani (7): desde el exterior la iglesia parecía pequeña, casi una miniatura. Sin embargo en su interior la sensación de verticalidad es vertiginosa: cuatro cúpulas de color azul pálido se concentran alrededor del cimborrio de otra cúpula sostenida por columnas tan próximas que el resultado es un efecto arquitectónico mágico y lo que parecía minúsculo desde el exterior se ve inmenso en el interior. Pero aquella sorpresa no fue la única. En la nave hay dos series de pinturas; en la zona superior las imágenes están firmemente delineadas y sus ropas caen en pesados pliegues. Los personajes flotan por efecto de una fe infinita y tienen una expresión grave y contenida. Los frescos de los espacios inferiores están ocupados con masas rítmicas en las que representaciones de escenas pastoriles (8) se funden con otras, mayestáticas, dispuestas ante un fondo de oro. En el muro occidental de la nave, sobre la puerta que da acceso a la misma, se encuentra una pintura mural que representa la Dormición: entre una multitud de apóstoles, ángeles y devotas, María yace en un lecho adornado con ricas colgaduras; detrás de ella Cristo sostiene el alma – un recién nacido – de la Virgen. Dotada de una intensa espiritualidad y sutileza la solemne escena está impregnada de ternura y emoción contenida. La muerte – la Dormición que se presenta yaciendo en el lecho – es aceptada y celebrada de manera ceremonial pero sin dramatismo, sin impactos emocionales. No se trata de limitaciones técnicas de los pintores llegados de la corte bizantina porque otros murales – la Anástasis o la Escena de la Traición (9) - son la violenta expresión de un drama en el cual la inmóvil figura de Cristo es blanco de un torbellino de figuras – alguna de las cuales levanta su espada como si fuera a ensartarlo allí mismo - guiadas por un macizo Judas que casi amenaza con aplastar físicamente a la víctima. La Dormición es pues una fiel representación de esa vieja actitud según la cual la muerte es a la vez familiar y próxima que se opone demasiado a la nuestra: la muerte da miedo hasta el punto de que ya no nos atrevemos a pronunciar su nombre.


(4) N. del T. Una de las direcciones a la que los familiares de los presos políticos de la Yugoslavia de Tito debían escribir. La represión comunista aparece fielmente recogida por Miroslav Popovic, Les vauriens de Tito, Bourgois, Paris, 1991. La detención e internamiento tuvo su origen en una carta colectiva contra la autonomía concedida a Kosovo en la Constitución de 1.974 y la pérdida de influencia serbia en la provincia precedida en 1.968 por la supresión de la segunda parte del nombre tradicional de la provincia – Kosovo-Metohija – que hacía referencia a las posesiones del Patriarcado ortodoxo de Peç y, por lo tanto, a su carácter serbio.

(5) N. del T. Ciudad serbia sobre el río Raska en el corazón del antiguo reino medieval de Ras y hoy habitada mayoritariamente por musulmanes. Tatiana y las piedras (Wholly Humble Heart Edt.) se desarrolla en una aldea – en la actualidad arrabales de Novi Pazar – a los pies de la Iglesia de Sveti Pedja.

(6) N. del T. Organización infantil comunista dedicada al adoctrinamiento político en la que se encuadraba a niños y niñas a partir de los siete años.

(7) N. del T. Fundado en 1.256 por Uros I y destinada a ser su mausoleo, así como el de la reina Ana Dandolo y el rey Stefan Prvocencani, conserva los retratos del fundador, la reina Ana de Anjou y sus hijos Dragutin y Milutin en el nártex. Sus frescos son el momento de mayor gloria del arte serbio, aunque la destrucción y abandono provocado por los otomanos a finales del s. XVII hizo que permanecieran largo tiempo al aire libre con el consiguiente deterioro de varios frescos.

(8) N. del T. La escena de la Natividad incluye dos pastores con un uso del color que demuestra un interés por el realismo y una capacidad de penetración psicológica en su expresión desconocida hasta ese momento.

(9) N. Del T. El autor debe referirse a la iglesia de Sveti Clement de Ohrid fundación del rey Milutin en 1.295 y obra de Eutychios y Miguel .

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

I like your blog

10:34 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

I love very broad, I like some of the ancient culture, like modern architecture, and now I am fat, I like your BLOG!

12:51 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Although we have differences in culture, but do not want is that this view is the same and I like that!

6:18 p. m.  

Publicar un comentario

<< Volver a la página principal